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En el mundo existen una gran cantidad de sustancias que a simple vista no captamos a través de nuestros sentidos, pero eso no significa que no estén presentes y que no sean dañinos para nuestra salud. Hoy nos centraremos en los efectos que ejerce el plomo sobre nuestro cuerpo.
El plomo puro es un elemento químico y un metal pesado de color grisáceo, que además posee las características de suavidad y maleabilidad. Este material es ligeramente soluble en agua en presencia de dióxido de carbono, sales de amonio y nitrato, por lo que permite que se pueda combinar con muchos otros materiales para formar numerosos compuestos químicos.
Para el ser humano la intoxicación por plomo puede ocurrir de varias formas:
- La más dañina se produce en aquellas personas que se dedican al trabajo con este metal o derivados. El envenenamiento ocurre normalmente mediante inhalación o ingestión. El plomo como polvo o niebla, en el aire, puede ser inhalado y absorbido a través de las vías respiratorias superiores y los pulmones. El uso apropiado del metal y las medidas de precaución adecuadas ayudarán a reducirlo en el ambiente.
- El polvo, el agua, las pinturas y los gases contaminados con plomo también sirven para introducir dicho metal en el cuerpo. Es muy frecuente que los bebés y niños jueguen por el suelo, cogiendo y metiendo una gran cantidad de cosas en la boca, que sin saberlo pueden ser perjudiciales para su salud. Entre los materiales introducidos en sus bocas pueden encontrarse cascarillas de pintura y otros objetos que contengan pequeñas cantidades de este metal.
Hay que tener en cuenta que el plomo es un elemento que puede afectar muchas partes diferentes del cuerpo y existen muchos síntomas posibles de intoxicación con él. Una sola dosis alta de plomo puede ocasionar síntomas de emergencia graves.
Sin embargo, es más común que la intoxicación con plomo se dé por acumulación lenta debido a la exposición repetitiva a pequeñas cantidades de este elemento. En este caso, puede que no se presenten síntomas obvios inmediatamente, pero con el paso del tiempo, incluso niveles bajos de exposición al plomo, pueden causar daño en el desarrollo mental de un niño. Los posibles problemas de salud empeoran a medida que el nivel de este elemento aumenta en sangre.
El plomo puede dañar el cerebro, los riñones, el hígado y otros órganos, siendo así mucho más dañino para los niños que para los adultos, dado que pueden verse afectado su desarrollo. Cuanto más pequeño sea el niño, más dañino resultará, incluso pudiendo verse afectados los fetos en caso de embarazo.
El grave envenenamiento por plomo produce dolores de cabeza, calambres, convulsiones y a veces, la muerte. Incluso en pequeñas cantidades, puede causar problemas de aprendizaje y cambios repentinos en el comportamiento. Los médicos, con un examen de sangre, pueden determinar la presencia de plomo y recomendar medidas para reducir el contacto con el mismo.
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