Cuando tenemos una herida abierta, desde pequeños cortes sangrantes hasta enormes traumatismos abiertos, el riesgo de infección es uno de los aspectos que requiere más atención durante el cuidado de la herida.
Si no se trata debidamente, la herida puede verse contaminada con microrganismos (bacterias, hongos,…) que, si se encuentran en condiciones favorables, comenzarán a crecer y desarrollarse dando lugar a una infección.
Uno de estos microbios es el Clostridium tetani, bacteria potencialmente mortal que produce la conocida enfermedad tetánica, tétanos o trismo. Vive en el suelo, la saliva, el polvo y en el estiércol.
Esta bacteria produce una toxina, la tetanospasmina, que se almacena en esporas. Cuando estas penetran en el organismo a través de la lesión, liberan las toxinas almacenadas produciendo un bloqueo de las señales nerviosas de la medula espinal a los músculos, causando espasmos musculares intensos y dolorosos. Esos espasmos, que pueden llegar a ser sistémicos, a veces causan desgarros en músculos y fracturas. El tiempo entre la infección y el primer signo de síntomas normalmente es de 7 a 21 días.
¿CUÁLES SON LOS SIGNOS Y SÍNTOMAS DEL TÉTANOS?
Posición de opistónos |
El cuadro clínico comienza con espasmos leves en los músculos de la mandíbula. Posteriormente, tórax, cuello, espalda y abdomen se ven afectados también por los espasmos, que en conjunto producen el arqueamiento de la espalda conocido como opistótonos. Cuando los espasmos afectan a los músculos respiratorios se producen graves problemas respiratorios.
Si esta acción muscular se prolonga causa contracciones súbitas, fuertes y dolorosas que en clínica se denominan tetanias.
Otros síntomas que nos ayudan a identificar un proceso tetánico son: babeo, sudoración excesiva, fiebre, irritabilidad, dificultades para deglutir y respiratorias, micción y defecación incontrolables, entre otros.
Además de la sintomatología habitual, el tétanos puede ir acompañado de complicaciones como: obstrucción y paro respiratorio, insuficiente cardíaca, neumonía, daños cerebrales por hipoxia (falta de aporte de oxigeno a los tejidos), entre otras.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
No existe ninguna prueba de laboratorio específica que nos permita diagnosticar el tétanos. Para realizar el diagnóstico, se realiza una valoración física y del historial clínico del paciente, así como otros exámenes que permite al personal sanitario descartar otras patologías con signos y síntomas comunes.
Una vez diagnosticado un paciente con tétanos, el tratamiento suele ser largo. Se administran antibióticos (como la penicilina, la clindamicina o el metronidazol), medicamentos neutralizadores de la toxina, relajantes musculares (principalmente, diazepam) y sedantes, si los espasmos son muy dolorosos. Además, se recomienda limpiar la herida quirúrgicamente para eliminar la fuente del tóxico.
Si no se administra este tratamiento, 1 de cada 4 personas infectadas muere. Además, si los episodios de hipoxia provocados por los espasmos de los músculos respiratorios no son corregidos, el daño cerebral puede ser irreversible. Sin embargo, si la persona sobrevive a la fase aguda de la enfermedad la recuperación suele ser completa y menos del 10% muere si recibe el tratamiento adecuado.
Para
prevenir el tétanos se administra la vacuna antitetánica, que brinda
protección alrededor de 10 años contra la difteria, la tos ferina y el
tétanos. Si sufrimos una herida en la que se evidencien signos de
infección se administra una vacuna de refuerzo contra el tétanos,
independientemente de cuándo nos hayamos vacunado por última vez.
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