A las 14h46, hora local, del 11 de marzo del
año pasado se registró en la costa nordeste de Japón un terremoto de magnitud
9,0 en la escala de magnitud de momento. A este terremoto le siguió un tsunami
que alcanzó los 40 metros de altitud.
Ese mismo día tuvo lugar una de las catástrofes
nucleares más importantes de la historia, comparable con el accidente de
Chernovil en 1986, el accidente nuclear de Fukushima, durante el cual los
reactores nucleares explotaron, los sistemas de refrigeración fallaron, se
produjo la fusión del núcleo en los reactores afectados y enormes cantidades de
radiación fueron emitidas al exterior.
¿QUÉ SUCEDIÓ AQUEL DÍA…?
Tres de los seis reactores nucleares
de la central estaban activos. Cuando se detectó el terremoto, estos reactores
se apagaron y, consecuentemente, paró la producción de electricidad.
La central carecía de muros de
contención adecuados, y muchos de los sistemas esenciales para su
funcionamiento se encontraban en zonas inundables. Por tanto, cuando se quiso
poner en marcha los sistemas alternativos de abastecimiento eléctrico, como el
tendido eléctrico externo o los llamados motores diésel de emergencia, estos se
encontraban inservibles a causa del tsunami, que en la central llegó a alcanzar
los 15 metros de altitud.
Todos estos sucesos derivaron
en una cascada de fallos tecnológicos tras los que se perdió el control de la
central y de sus reactores. Tras los primeros fallos en los abastecimientos
eléctricos, se sucedieron la fusión del núcleo en cada reactor, explosiones de
hidrógeno que destruyeron los revestimientos superiores de los edificios que
albergaban los reactores y que dañaron los tanques de contención, e incendios
múltiples.
Días más tarde se detectaron
grietas y fuga en las estructuras de los reactores a través de las cuales se
filtraban materiales radiactivos. Se detectó plutonio, cesio y niveles de yodo radiactivo en el mar casi
2.000 veces mayores a los legalmente permitidos. Posteriormente se detectó la
presencia de yodo radiactivo en el agua corriente de Tokio, en leche y en
espinacas procedente de los alrededores de la central. Además, se realizaron
una serie de emisiones controladas de gases radiactivos al exterior que
ayudaron a incrementar estos niveles.
Fueron semanas de gran tensión
y preocupación mundial. Las autoridades nacionales declararon la situación como
“un estado de emergencia nuclear”, e inmediatamente se adoptaron medidas
urgentes para paliar y minimizar los efectos y las graves consecuencias del
accidente.
Se evacuó a la población en un
radio de hasta 40 km, de forma progresiva en vista al aumento de la expansión
de la radiación en los alrededores. Los trabajadores de la
planta nuclear también fueron evacuados rápidamente. Entre ostras medidas, todas ellas respaldadas mundialmente, el gobierno japonés decidió
administrar yodo a la población, para limitar la probabilidad de sufrir cáncer de
tiroides derivado de la emisión de yodo radiactivo por la central.
Se
movilizaron importantes brigadas, en las cuales participaron los conocidos “Héroes de Fukushima”. Así se llamaron a los casi 800 trabajadores
de la central y personal de emergencias (bomberos, militares, etc.), cuyos
principales objetivos fueron devolver la electricidad a la central, apagar los
incendios declarados, limpiar los escombros, enfriar los reactores nucleares
mediante un bombeo constante de agua y sellar las grietas por las cuales se
filtraban las partículas radiactivas al mar y al aire.
A pesar de
todo el equipamiento con el que se realizaron estas tareas, el contacto de
estas brigadas con las radiaciones emitidas fue inevitable. 70 participantes
murieron durante alguna explosión y muchos operarios debieron hospitalizados por náuseas y síntomas de fatiga extrema. Además, se detectaron
niveles 10.000 más altos del nivel de radiación permitido en humanos a aquellos
que estuvieron en contacto con agua contaminada, y más de una decena de
trabajadores presentó alteraciones genéticas debido a la exposición a la
radiación.
Entre todas estas consecuencias derivadas del incidente nuclear, a nivel mundial el impacto social y económico fue enorme. Numerosos
países mostraron su preocupación por el estado de sus centrales nucleares, llevándose a cabo rigurosas medidas en cuanto a la seguridad nuclear. Se realizaron serios controles e
inspecciones, se suspendió la actividad de numerosas centrales, se paralizaron
los nuevos proyectos de construcción, etc.
Los daños producidos y
los costes de las operaciones de emergencia ascendían a miles de millones, por
lo que podemos suponer el gran impacto económico que supuso el incidetne Se abrieron numerosas investigaciones por aquel entonces, y aún hoy en día son muchos los aspectos que no han quedado totalmente esclarecidos.
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