domingo, 21 de octubre de 2012

Héroes de Fukushima





A las 14h46, hora local, del 11 de marzo del año pasado se registró en la costa nordeste de Japón un terremoto de magnitud 9,0 en la escala de magnitud de momento. A este terremoto le siguió un tsunami que alcanzó los 40 metros de altitud. 

        Ese mismo día tuvo lugar una de las catástrofes nucleares más importantes de la historia, comparable con el accidente de Chernovil en 1986, el accidente nuclear de Fukushima, durante el cual los reactores nucleares explotaron, los sistemas de refrigeración fallaron, se produjo la fusión del núcleo en los reactores afectados y enormes cantidades de radiación fueron emitidas al exterior.


¿QUÉ SUCEDIÓ AQUEL DÍA…?

Tres de los seis reactores nucleares de la central estaban activos. Cuando se detectó el terremoto, estos reactores se apagaron y, consecuentemente, paró la producción de electricidad. 
La central carecía de muros de contención adecuados, y muchos de los sistemas esenciales para su funcionamiento se encontraban en zonas inundables. Por tanto, cuando se quiso poner en marcha los sistemas alternativos de abastecimiento eléctrico, como el tendido eléctrico externo o los llamados motores diésel de emergencia, estos se encontraban inservibles a causa del tsunami, que en la central llegó a alcanzar los 15 metros de altitud.  
Todos estos sucesos derivaron en una cascada de fallos tecnológicos tras los que se perdió el control de la central y de sus reactores. Tras los primeros fallos en los abastecimientos eléctricos, se sucedieron la fusión del núcleo en cada reactor, explosiones de hidrógeno que destruyeron los revestimientos superiores de los edificios que albergaban los reactores y que dañaron los tanques de contención, e incendios múltiples.




 Días más tarde se detectaron grietas y fuga en las estructuras de los reactores a través de las cuales se filtraban materiales radiactivos. Se detectó plutonio, cesio y  niveles de yodo radiactivo en el mar casi 2.000 veces mayores a los legalmente permitidos. Posteriormente se detectó la presencia de yodo radiactivo en el agua corriente de Tokio, en leche y en espinacas procedente de los alrededores de la central. Además, se realizaron una serie de emisiones controladas de gases radiactivos al exterior que ayudaron a incrementar estos niveles. 

Fueron semanas de gran tensión y preocupación mundial. Las autoridades nacionales declararon la situación como “un estado de emergencia nuclear”, e inmediatamente se adoptaron medidas urgentes para paliar y minimizar los efectos y las graves consecuencias del accidente.

Se evacuó a la población en un radio de hasta 40 km, de forma progresiva en vista al aumento de la expansión de la radiación en los alrededores. Los trabajadores de la planta nuclear también fueron evacuados rápidamente. Entre ostras medidas, todas ellas respaldadas mundialmente, el gobierno japonés decidió administrar yodo a la población, para limitar la probabilidad de sufrir cáncer de tiroides derivado de la emisión de yodo radiactivo por la central.
Se movilizaron importantes brigadas, en las cuales participaron los conocidos “Héroes de Fukushima”. Así se llamaron a los casi 800 trabajadores de la central y personal de emergencias (bomberos, militares, etc.), cuyos principales objetivos fueron devolver la electricidad a la central, apagar los incendios declarados, limpiar los escombros, enfriar los reactores nucleares mediante un bombeo constante de agua y sellar las grietas por las cuales se filtraban las partículas radiactivas al mar y al aire.

A pesar de todo el equipamiento con el que se realizaron estas tareas, el contacto de estas brigadas con las radiaciones emitidas fue inevitable. 70 participantes murieron durante alguna explosión y muchos operarios debieron hospitalizados por náuseas y síntomas de fatiga extrema. Además, se detectaron niveles 10.000 más altos del nivel de radiación permitido en humanos a aquellos que estuvieron en contacto con agua contaminada, y más de una decena de trabajadores presentó alteraciones genéticas debido a la exposición a la radiación.


Entre todas estas consecuencias derivadas del incidente nuclear, a nivel mundial el impacto social y económico fue enorme. Numerosos países mostraron su preocupación por el estado de sus centrales nucleares, llevándose a cabo rigurosas medidas en cuanto a la seguridad nuclear. Se realizaron serios controles e inspecciones, se suspendió la actividad de numerosas centrales, se paralizaron los nuevos proyectos de construcción, etc.
Los daños producidos y los costes de las operaciones de emergencia ascendían a miles de millones, por lo que podemos suponer el gran impacto económico que supuso el incidetne

Se abrieron numerosas investigaciones por aquel entonces, y aún hoy en día son muchos los aspectos que no han quedado totalmente esclarecidos.

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