domingo, 28 de octubre de 2012

La fiebre tifoidea

La fiebre tifoidea, o fiebre entérica, es una enfermedad infecciosa causada por las bacterias Salmonella typhi o Salmonella paratyphi. La transmisión de esta bacteria se produce a través del aire, el agua, los alimentos y las heces contaminadas. De este modo, tanto enfermos de fiebre tifoidea como portadores asintomáticos también pueden transmitir la bacteria.
 
Incidencia de la fiebre tifoidea
Una vez que las bacterias ingresan en el organismo, por vía digestiva llegan al intestino, pasando finalmente a la sangre. Una vez dentro del torrente sanguíneo, estas bacterias pueden llegar a cualquier parte del cuerpo. Se van acumulando en sangre, causando una bacteremia, y cuando llegan a cifras entre 105 y 109 de bacterias, se desencadena la infección. Una vez que se ponen en marcha las respuestas inmunitarias, las bacterias son eliminadas al exterior vía fecal.
  
Con 16-33 millones de casos estimados en el mundo, que han causado entre 500,000 y 600,000 muertes, la OMS declara la fiebre tifoidea como un problema serio de salud pública. Su incidencia es mayor en personas de edades comprendidas entre los 5 a 19 años de edad.


SIGNOS Y SÍNTOMAS
 
Las manifestaciones iniciales de esta infección son: fiebre alta constante (mayor a los 39ºC), indisposición general, dolor abdominal, diarrea profusa, sudoración, gastroenteritis y erupciones conocidas como "manchas rosas" (pequeños puntos rojos que aparecen en abdomen y tórax).
 
Tradicionalmente, la sintomatología de esta enfermedad puede dividirse en 4 etapas, en las que los síntomas se van agravando:
- Primera etapa: fiebre lenta, bradicardia, malestar general, dolor de cabez, tos, leucopemia con linfocitosis relativa y eosinopenia.
- Segunda etapa: fiebre alta (de hasta 40ºC), bradicardia con pulso dicrótico, delirio, respiración agitado, dolor y distensión abdominal, diarrea,  inflamación del bazo y del hígado.
- Tercera etapa: si la infección no es diagnosticada y tratada a tiempo, el enfermo que entra en esta fase de la enfermedad frecuentemente sufre complicaciones graves como hemorragias intestinales, perforaciones intestinales, insuficiencia renal o peritonitis.
- Cuarta etapa: a pesar de restablecerse la temperatura, el malestar general persiste. En los casos no tratados, la probabilidad de sobrevivir a la infección es baja.

DIAGNÓSTICO, TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN
 
Para determinar el diagnóstico de esta enfermedad, se realizan distintos análisis clínicos como un conteo sanguíneo completo (CSC, siendo de especial interés el recuento de los glóbulos blancos y de las plaquetas), un hemocultivo o coprocultivo (para detectar la presencia de las bacterias que causan la infección), exámenes de orina y de heces, un estudio de anticuerpos específicos contra los antígenos de las bacterias de la fiebre tifoidea,
 
Una vez diagnosticada la fiebre tifoidea, es necesario administrar el tratamiento lo antes posible, para evitar que la enfermedad siga su curso y tenga consecuencias graves para el enfermo. Se administran antibióticos como la ampicilina, el cloranfenicol, el cotrimoxazol, el trimetoprim-sulfametoxazol, la frelozacina o la ciprofloxacina. Las bacterias pueden desarollar cierta resistencia al antibiótico, por lo que el uso de uno u otro será decisión del personal médico. Además de esta medicación, suele ser necesaria la reposición de líquidos y electrolitos vía intravenosa. También es necesario reponer la alimentación, por vía intravenosa si el tracto digestivo se encuentra muy afectado y no puede digerir los alimentos.
 
A pesar de la importancia del diagnóstico y del tratamiento precoces, la verdadera importancia para evitar la enfermedad radica en su prevención. El tratamiento del agua, la eliminación de los desechos y el saneamiento en general son importantes medidas de salud pública que constituyen el pilar esencial para evitar la transmición de la enfermedad. 

Además, durante la II Guerra Mundial, Ralph Walter Graystone Wyckoff desarrolló una primera vacuna contra la fiebre tifoidea, que hoy en día aún es empleada en cierto países a pesar de sus importantes contraindicaciones. Existen hoy en día otra vacunas más efectivas, que protegen hasta casi el 80% de los casos. Se recomienda, indepenientemente de estar vacunado o no, una adecuada manipulación y preparación de los alimentos, el consumo de agua herbida o embotellado si se sospecha que puede estar contaminada, la higiene personal, etc.

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