lunes, 5 de noviembre de 2012

Las garrapatas y la Enfermedad de Lyme

Las garrapatas son pequeños parásitos hematófagos, es decir, que se alimentan de la sangre. Muchas especies transmiten a través de sus picaduras, tanto a animales como a personas, enfermedades como la enfermedad de Lyme, la ehrlichiosis, la fiebre de las montañas rocallosas y la tularemia.

Hoy, en concreto, hablaré de la Enfermedad de Lyme. Conocida también como borreliosis, se trata de una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Borrelia burgdorferi.

Según ciertos estudios se sabe que, normalmente, una garrapata infectada empieza a transmitir la bacteria después de estar adherida a la piel alrededor de 36-48 horas. Es por esto que la mejor defensa que tenemos contra la enfermedad de Lyme es, si hemos estado expuestos a estos hematófagos, examinar nuestro cuerpo minuciosamente.

Esta enfermedad se describió en la ciudad de Lyme, Estados Unidos, en el año 1975. Sin embargo, se tienen datos de posibles casos anteriores a la fecha.



FASES Y SINTOMATOLOGÍA DE LA ENFERMEDAD

Las manifestaciones van apareciendo a medida que la infección se disemina. Así, la enfermedad puede dividirse en varias fases en función de la sintomatología:

- Fase primaria: en la zona de la picadura se produce una leve reacción inflamatoria. Aparecen los primeros síntomas: fiebre, dolores de cabeza, musculares y articulaes, y cansancio.
- Fase secundaria: aparecen palpitaciones cardíacas, visión borrosa o problemas neurológicos (como el deterioro del lenguaje, alucinaciones o parálisis facial).
- Fase terciaria: puede ocurrir meses o incluso años después de la etapa inicial. Aparecen trastornos neurológicos más graves (como confusión, trastornos del sueño o pérdidas de memoria). Debido a las complicaciones musculoesqueléticas, la artritis adquiere un carácter permanente y crónico. El pronóstico, si se recibe el tratamiento adecuado, suele ser positivo.
- Fase crónica de la enfermedad: la enfermedad entra en esta fase cuando, a pesar del tratamiento antibiótico recibido, persiste la infección.
Distribución de la enfermedad

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO

El diagnóstico puede ser difícil. A menudo los síntomas se confunden con los de una gripe común u otras enfermedades. Se realizan análisis de laboratorio que, en etapas iniciales de la enfermedad no ofrecen un diagnóstico claro pero, en etapas más avanzadas, pueden ayudar a confirmar el diagnóstico. Los análisis que se realizan detectan en nuestra sangre la presencia de anticuerpos específicos contra la bacteria.

El tratamiento se basa, generalmente, en la administración de antibiótico. La mayoría de los casos suelen reducir la infección, sobre todo si el diagnóstico y tratamiento son precoces. Además, si se detecta y trata a tiempo (durante las primeras fases) es posible evitar que evolucione a la cronicidad.

Una vez recibido el tratamiento necesario, en ciertos casos el dolor muscular y articular ha persistido a pesar de haber eliminado la infección. Estas secuelas se conocen como síndrome posterior a la enfermedad de Lyme, y sólo existen métodos paliativos que consiguen una mejoría de los síntomas pero no una completa curación.

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